Las tendencias se han convertido en un tema típico de conversación en nuestro país, un lugar donde la mayoría de las personas tienen lo indispensable para vivir. Esto provoca una mayor preocupación por cosas que no son esenciales y además son pasajeras, como las citadas tendencias.
Este estilo de vida hace que todo lo que se comunica públicamente tenga mucho más poder e influencia, como los medios de comunicación y la publicidad. Ante esta responsabilidad, ¿no sería exigible un buen uso del poder que fomente un buen gusto, costumbres y el bien?
Es una pena que se promueva, por ejemplo, la delgadez extrema que desencadena la enfermedad y pone en peligro la salud de nuestros jóvenes. ¿No nos haría más felices a todos que se utilizase este poder para contagiar el bien?